domingo, 2 de mayo de 2010

Stradivarius Davidov 1712

Extraña la piel de sus músculos rodeándolo tibia y sensual y ya nada se compara a su blanca firmeza ni a su perfumada pasión. Sólo lo cóncavo podía extraerle esa, su perfecta música.
La extraña y evoca en la suave y roja oscuridad de su silencio.

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